martes, 31 de mayo de 2011

Valladolid.

Mirar atrás es acordarse del primer día que llegaste, de lo poco que fumabas, de los apuntes que aún no habías cogido, o de todo aquello que sin saberlo iba a dejar de ser un "infinito en potencia", como diría Marian.
Pusiste un pie en el andén preguntándote cuantas veces te cerrarían la boca sabiendo que eso sólo era posible con un beso, y te entregaste a un universo de resacas, insomnio, y pocos recuerdos. De vez en MUCHO, echas de menos a los tuyos, porque los pitis saben mejor en compañía o eso dices, y extrañas la terraza de ese bar donde Danini se terminaba los botellines porque tú no podías más.
Has llegado hasta aquí, y te ha costado. Has quemado unos cuantos colchones antes de ganar la partida, y tienes más noches sin dormir que aprobados. Vives una vida que a veces, cuando gritas, dices que no te pertenece pero que te gusta. Te enamoras de extraños si te invitan a chupitos, y si tienes que llorar ya sabes, tercera planta, mano izquierda, última puerta. Desabrochas canciones de piratas rotos que se han armado de valor cuando se les llenaba la bodega de agua, y el tintineo de tu cascabel informa de tu condición de gato mojado, mojadas las dos, tú por uno, yo por todos. Se te da mejor liar orgasmos que pitis y por eso nos complementamos tan bien, y sabes cuando debes retirarte, aunque no siempre sea a tiempo. Pesas tus inseguridades en la farmacia cuando volvemos de la facul, y no te cansarás nunca de repetir que te pierdes por el centro si ves las calles de día.
Gracias. Y digo gracias porque este trayecto se acaba, y aunque tenga que volver a los trenes, las prisas y los atascos sin que él vaya a buscarme a la estación, mi maleta pesa más que nunca: no precisamente por la ropa. Sino por los buenos momentos.

lunes, 30 de mayo de 2011

Te recuerdo.

es increíble el temblor de piernas que vaticina que estás aquí cuando las casualidades me hacen caer en los cuatro acordes de tu canción favorita. ayer, cuando la música me atormentaba en el recinto exterior del concierto, una mueca de tristeza fulminó cualquier atisbo de sonrisa que el alcohol prometía regalarme. supongo que siempre quedará lo que no te dije, todas esas cosas que planeamos y ya nunca haremos juntos, las tardes de sol y agua, y tus ojos. y es una putada. lo digo porque la última vez que escuché eso de "no sé si quedan amigos" fue contigo. lo digo, porque aunque me joda y me reviente por dentro las entrañas, es materialmente imposible que haya una próxima.
no sé donde coño estás, no por qué tuviste que ser tu, pero lo que si que sé es que me esperas.

viernes, 27 de mayo de 2011

A cualquier otra parte:)

Es increíble. Nadie podría tan si quiera sospechar el segundo exacto y sistematizarlo en una progresión de palabras, confesiones y abrazos. Pero pasa. Y cuando llega, todo tu mundo se convierte en esta cama, estos dos chupitos, y unos ojos tan sinceros como ebrios de amiga que te chillan que te entienden, que esa historia le suena casi tanto como la canción, que hace tan solo dos días, descubristeis que era vuestra y que ahora cantáis en el casco viejo cuando dan las doce y Cenicienta se queda sin un príncipe que la lleve en brazos a casa porque le duelen los pies de andar con tacones. Lo lógico ante este paradigma atemporal de sexo, rock and roll y actitud sería decir que es pasajero, que "un polvo es un polvo", o "que tomas pastillas rosas y sueñas con no soñar". Pero qué cojones. Aquí ya no hay lágrimas que beber, ni piernas que tiemblan ante una vorágine de abrazos y besos. Aquí, realmente (y voy a ser sincera por esta vez) lo único que pasa es que mis textos son una puta mierda, porque no hay nada que pueda llegar a la altura de perfecto, desde el día en el que vi su cuerpo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Luigi..

Dime si aún me recuerdas, si cada noche al acostarte hay lágrimas en tu almohada como en la mía. Si sufres cada kilómetro de distancia, ya no entre nosotros, si no entre los corazones. Dime dónde estás, ¿en guerra otra vez? Odiaba que te marcharas, y escuchar la noticia de cada muerto en el mar como si fuera la tuya. ¿Me odias? Yo sigo echándote de menos, pero me dijiste que nunca me habías querido. Me arrepiento de cada puta palabra que te dije, de la rabia y el rencor que llevaban impresas. Es tarde para dar media vuelta. Yo solo quería que hubieras estado allí cada noche para darme un beso al irme a dormir, cada día que llegara llorando del colegio porque me habían quitado un juguete. Que me vieras crecer y me quisieras, que te sintieras orgulloso de mí cuando me vieras. Que ya no sé ni siquiera si estás vivo, y me estoy muriendo por dentro. Por favor, vuelve conmigo. Por favor, no me odies, aunque no me quieras.

Mientras duermes yo te escribo...=)

Te despertaría metiéndote la mano en el pantalón del pijama para decirte que es la hora de contar estrellas, para decirte que la más bonita está durmiendo en mi cama. Te ataría para descubrir cada rincón de tu cuerpo, te lo haría como dos quinceañeros en celo que se han conocido a penas unas horas antes. Te contaría al oído que he soñado muchas veces contigo, tantas, que creo que nací para encontrarte. Mentiría si dijera que no te he buscado en otros cuerpos, que no soy adicta a la droga de tus poros, que soy capaz de soltarte y largarme por la puerta con la mejor de las sonrisas sabiendo que dejar atrás la república independiente de este reino sería un abismo. Echaría el pestillo, bajaría las persianas, y me pasaría el resto de mis días amándote como una loca, desquiciándome por el hecho de que nunca será suficiente. Te declararía mil y una batallas contra este colchón, sabiendo que no quiero que gane ninguno para que no acabe la guerra. Cerraría con tu saliva veintisiete heridas, trescientas sesenta y cinco resacas. Me ahorcaría por fandangos y soledades en la guitarra de tu cuerpo y moriría por tu  mano temblorosa acariciando cada centímetro de mi piel si hiciera falta. (Nos) Correría (mos) de esquina a esquina, para decirte que tu ropa queda muy bien en el suelo de mi cuarto. Dejaría que esta pasión tan atroz como desatinada me desnudara, y caminaría agarrándote hasta la calle Felipe IV de Madrid, número 4 de tus caderas, para chillarle al oído a un montón de genios de las letras y filólogos que adjetivos como precioso, perfecto o increíble, se quedan cortos. Que ellos no han visto tu cuerpo y yo, necesito una nueva palabra.

martes, 24 de mayo de 2011

Infinito en potencia.

Hoy es 24, y como cada uno desde que tus poros conocen a los míos, me atraes como si fuera una muñequita de paño. Me gustaría dedicarte un texto plagado de metáforas, colchones y alegorías de tus (+ mis) noches en ese (nuestro) colchón, pero soy más de regalarte abrazos en las esquinas. Que todo lo mío parece abocetado, y mis recuerdos contigo no se alejan de esa realidad. Querría ser Sabina y contarte que cada una de esas líneas de un mismo trazo son el número de veces que pensé te quiero al dibujar esa cadera, o ser Quique González y decirte que te he dibujado mil veces dormido, abrazando a mi yo ausente y boca arriba, desnudo y cuasiposando para el bloc de esbozo que guardo bajo mi cama, que ya no tiene ni un centímetro de blanco. Que tu rostro en carboncillo me sonríe desde cada rincón, desde cada perspectiva, que me tienes tan enviciada a tu olor que daría lo que fuera por pasar otra noche entre tus sábanas, aunque las dejáramos frías. Que no sé, pero desde que tú estás todo parece resbalar (nos), excepto si son las ganas que te tengo. Desde que tú estás me pinto las uñas de rojo y aprendo a andar con tacones, por si un día me quieres ver guapa. Desde que tú estás mi rincón de melancolía tiene telarañas, y mis viejos talismanes han sido reciclados en un cajón. Desde que tú estás solo abro los ojos cada mañana para comprobar si estás a mi lado. Desde que tú estás soy feliz, bueno, o quizá sea espídica. Sólo sé que me río sin sentido de por qué, que no tengo ganas de llorar si no es por la ausencia de su presencia desde hace unos meses. Sólo sé que tengo ganas de hacer el bien, que hamor para mi ya no lleva hache, y me gusta más leerlo a la inversa. Hacer una síntesis de ocho meses no es más que tarea imposible...
Mis gafas de espejo ya echan de menos tu mesilla de noche. Mis pulseras tus muñecas. Mi disco, tu ordenador. Mis fotos a su fotógrafo. La estrella de la mañana a su (legítimo) dueño. Mi cuerpo, tus manos. Mis labios, los tuyos. Mis poros, tu tacto. Mi nariz, el hueco bajo la tuya. Mis manos, tu pelo. Mi cintura, tus abrazos. Mis pies, tus cosquillas. Mis hombros, tu lengua. Mi cuello, tu aliento. Mis ojos, verte. Mi existencia, tu esencia.

A veces me acuerdo de ti.

Me sabes a whisky y tabaco, los poros de mi piel tatúan las paredes de este bar cuando me miras. Por si quieres venirte, tengo una habitación hecha de inseguridades, y mi cama a medida de tus caderas. Vivo solo a la luz de las farolas de estas calles donde me dejo la saliva a falta de besos, donde la luna aúlla gemidos de corazones rotos que suenan igual que las botellas estampándose contra el suelo de nuestro baile de máscaras. Acostumbro a cerrar heridas con alcohol de cubata, a secar lágrimas con el fondo de este vaso y sus dos hielos, a firmar armisticios con caricias pasajeras que desaparecen cuando en el reloj nos dan las ocho. Me emociono con Sabina, con el último semáforo en rojo que cruzas aun sin saber por qué, con este mono de ti que se diluye en mi sangre casi más rápido que la heroína sin heroe de todos los putos cuentos de hadas que nada tienen que ver con este mundo. Tengo un billete hacia ningún lugar, y un montón de trenes que coger y que arrancan vacíos de la estación, dejando tras de sí un vapor que huele a silencio, soledad y ausencia, que sabe, más que éste último cigarro, a despedida.


[Texto recuperado por eso, porque a veces, pero sólo a veces, me acuerdo de ti...]
y de la forma en que me besabas...

jueves, 19 de mayo de 2011

Desovediencia (sí, sí, con V)

Cuando tenía diez años mi abuelo acostumbraba a contarme viejas batallas de la guerra civil mientras me acariciaba el pelo si el insomnio me atacaba. Tengo un recuerdo dulce de esos momentos, y al contrario de lo que muchos podrían pensar, mi imaginación se desbordaba con el ruido de los cañones, con aquellas fantasiosas historias de hombres vestidos con valor luchando por nuestros derechos. Creo que es por eso, que cuando gane un par de primaveras más, mis ojos comenzaron a llenarse progresivamente de historias escritas a sangre y fuego, de gente que se alimentaba de ideales, de utópicos pensadores que querían cambiar el mundo y acabaron conformándose con que el mundo no les cambiara de ellos. Y de playas: playas preciosas con cientos de granos de arena bajo los adoquines. Quizá por eso decidí embriagarme aún más con todo esto, llenando, siendo aún una niña inocente de quince años, mi pared de frases que me decían que pidiéramos lo imposible. Imposible, que palabra más bonita.
Jugándomela a una carta, cogí a un par de amigos, unos vaqueros, y un cuaderno, y me marché a una ciudad que me tiene enamorada. He de reconocer que algunas noches aún recuerdo las historias de mi abuelo: mañanas frías en las que se escuchaba a lo lejos el cara al sol, vecinos apartándose la cara por viejas heridas aún sangrantes, miles de personas llorando sobre cunetas y cientos de muertos llamados lucha.
Hoy he salido a la calle con esos mismos vaqueros y armada con una cámara de fotos, siendo consciente de que a mis ojos se les había concedido una oportunidad única: Historia. Historia pura y dura pasando delante de nuestras pupilas, cientos de personas diciendo "esta boca es mía" cuando ya todos pensábamos que el Estado del Bienestar nos había más que adormilado. Y es por eso que digo que la palabra imposible es bonita. Porque me resultaba casi utópico tener esa misma oportunidad de acariciar a mis nietos y llenarme de orgullo al decirles que mi generación, como tantas otras, supo heredar una de las mejores luchas: la de la libertad.
Es la hora, amigos, la revolución ha comenzado, y lo mejor de las revoluciones es que enamoran.

Fotografía tomada en la Acampada de Fuente Dorada, Valladolid.

martes, 17 de mayo de 2011

Los cinco puntos para estallar un corazón

Solo quiero seguir leyéndote y que el mundo me abandone a sus espaldas, solo quiero sentirme sola sin sentir, solo quiero que la semana nunca avance y quedarme perdida en un puto martes infinito, entre sueños de noches sin dormir, de días en blanco coloreados por una sonrisa, de lo fácil que es creerte pintor cuando en medio de tu frustración tu carboncillo se abalanza solo contra el papel. De cuánto me gustaría mezclar letras y arte en medio de un escenario, y fusionarlas con mi cuerpo en movimiento, tatuarme tus palabras por todo mi cuerpo, una y otra vez, entrelazándose cada vez que rompiera el silencio un abrazo. Cada día se me antoja más bonito el ctrl+alt+supr, o el ctrl+z, o cualquier mierda de tecla que se me antoja crear para escapar de mi misma. Bailar claqué con tus pensamientos como única compañía, cruzar miradas tabú al ritmo de una escafandra rota por la que se cuela el agua. Una idea más otra idea es igual a una persona, y tus latidos en mi oído son la esencia de mi vida. La retorica me implica ganas de soñar, y ahora mismo no tengo ninguna. Solo me apetece preguntarte si es que aún me quieres, o si todo será un sueño que acabe una noche, con un pequeño estallido que se repita como un eco por toda la habitación y hasta llegar a mi corazón, y toque como sin querer..

Corazones con sordina.

Cuando el amor llama a tu puerta sólo hay dos opciones posibles: salir corriendo o contemplarle. Hubo un tiempo en el que yo era adicta. Y digo adicta porque no hace falta ninguna sustancia química para necesitar un beso. Hubo un tiempo muy muy lejano, que ya a penas puedo recordar, en el que hacer papiroflexia con tu cuerpo era mi asignatura favorita. Las matrículas de honor en cada postura sólo eran un borrador, como este texto en principio, el boceto de una gran obra maestra. Como cuando Mozart contemplaba las teclas del piano, y por su cabeza pasaban acordes que se repetían simultáneamente a cada latido plasmado después con corcheas, si sientes una atracción física, o fusas y semifusas si es que estás enamorado. Cosas de la vida. Supongo que para mi palabras como Mozart y eternidad siempre fueron un álter ego: tratar de imitar a los clásicos con las cuerdas de mi violín, confinar cada amor en una sonrisa para una posteridad infinita, como cada crescendo de su maravillosa sinfonía Linz. Ya nos vale. Lo digo porque nos conocimos así, una tarde entre notas desquiciadas: tu bebías y fumabas, yo desafinaba. Siempre desafiné en el amor.
Fueron tiempos de no pensar, tiempos de dúos que enloquecían en clave de sol y de fa indistintamente apoyadas sobre el pentagrama de la cama. Tiempos lejanos de jóvenes locos con sombrero, de besos largos, de respiraciones entrecortadas y acordes de tónica. Corrijo. De dominante acabados en tónica.
El sombrero que tanto te gustaba descansa ahora en el perchero, rodeado de un pendón morado y un par de sudaderas de esas a rayas. Las matriculas de honor se me han olvidado entre copas, cuando visito cuerpos ajenos a los que no consigo seguir el compás. Los clásicos son ahora un par de libros de letras góticas en la portada. Al pentagrama le falta la primera linea. Y el violín, el violín reposa sobre la cama: tan inexperto en el amor y desafinado como siempre.

lunes, 16 de mayo de 2011

5 minutos 34 segundos

Bastan para echar abajo convicciones, para murmurar palabras que a oídos de quienes llevan demasiado peso en sus hombros suenan a insulto. Para destrozar hojas y hojas de papel y bailar entre ellas, para llorar todas las lágrimas que te queden, para idear todas las formas de no sentirte como una mierda, para romper un futuro. Para que cada corazón recortado con mimo entre cartulinas de colores tenga su propio ¡crack! que no tiene nada que ver con un cuento de hadas. Para que cada pared de mi habitación amarilla se vuelva gris, para que cada dibujo parezca insulso, para que la historia del monseñor Pietro de Paoli sea algo interesante. Para darme ganas de destrozar los cimientos de mi edificio a golpes de potencia de un ampli que no tengo (lástima de 20 watios), para querer hacerme una bola en un rincón y chillarle al mundo que lo siento, que si por mi fuera haría algo. Para sentirme culpable con todas las ganas y toda la razón de este universo. Para tener que repetirme a mí misma una y otra vez que somos dos que tienen tanto que reprocharse que mejor que no empiecen. Para recordarme a mí misma que un amigo es quien perdona, y que no puedo excusarme en un "tú también me traicionaste", aunque sea lo único que me hace sentir mejor. Para saber que una vida perderá su sentido, para asumir que incluso lo más cierto puede romperse. Para que tu corazón acelere latidos como un Fórmula 1, y no sepa ya cómo parar. Para que tus pulmones decidan que les falta el aire, para que quieras dormirte y huir de la realidad.
Para sentirte como una mierda.

Respirando entre tus sombras, de rincones sin dormir

Cerró la puerta de su casa de un suave portazo. Abandonó las llaves en un cuenco de la entrada y sus pasos resonaron en el pasillo. No pudo evitar cabrearse, y sus ojos (verdes) ahumados, cayeron en la ventana de su habitación. Se acercó y la abrió. Respiró el aire limpio y frío del ambiente, que revolvía su pelo pelirrojo. Cuando los abrió, encontró otros ojos (verdes) desnudándola sin violencia, sin pasión. Básicamente técnico, con una ligera sonrisa que incluía la ironía en su esencia. Estaban en las escaleras que desembocaban en la catedral. Ella tenía la cámara en las manos, y él se apoyaba en un pilar, con las manos en los bolsillos, mirándola directamente. Se estremeció. Turistas. Lo peor es que no sabía si alegrarse por ello. Cuando la chica se giró, la atracción aumentó. Él despegó lentamente los ojos (verdes) de esos otros ojos (verdes) y sonrió a su acompañante. La besó, y la pelirroja sintió temblar hasta el piercing de su nariz.

sábado, 14 de mayo de 2011

Y poniéndoles la tilde a todas mis faltas de ortografía.

Es increíble que una ciudad como esta huela a mar. Quizás sea por eso que este texto no sea como los otros: una sístole de letras entre lo que quiero que sepas y lo que me callo, arrugado en la basura.
Son horas para escribir y para encender cigarros, para torpes enamorados amándose en un parque a falta de un colchón, para pensar en él, y recordar a otros sin saberlo.
Bajé al bar de la esquina como cada noche, a buscar mi dosis de nicotina a falta de tus abrazos. Y volví vacía y jurándome que tengo que dejar el tabaco, sabiendo que la cama todavía huele a ti, y que me regalas un futuro que aún no soy capaz de sostener en las manos.
Las arrugas parecen amores del pasado. Es bonito, he contado las que te salen cuando sonríes.
(Y todas las letras que escribo pensando en tus manos.)
He desterrado musas de dolores cercanos.
Perdona mi cobardía, pero no podía permitirme borrar, como ya digo, un texto como este. Aunque la tentación llame a mi puerta como si de tus orgasmos se trataran. Aunque mis mejillas se empañen del rojo de mi secretismo hecho más que obviedades.
-Y tú. 
Tú me has hecho sudar contra el colchón como si me quisieras, me has permitido admirar el perfecto caos de tu ropa en el suelo de mi cuarto, has mordido la almohada hasta dejar marca.
Precioso. Precioso, digo, porque ha aparecido tanto en mis sueños que creía haberlo vivido.
Pero esta vez no era un sueño, me lo han dicho tus mordiscos.
Es increíble que una ciudad como esta huela a mar, digo, porque no estás tú para mojarme.
- ¿Sabías que quiero escribirte hasta desgastarte?.

Tengo miedo de jugar y perder.

I wanna make love to you 25 horas al día me parecen pocas si tenemos en cuenta todo lo que te pienso, y su compensación y equilibrio hacia el desgaste. Eres como la nicotina: primero tentadora, luego adictiva, y posteriormente mortal. Te parecerá bonito.
No me beses si no es en la boca. No me abraces si no es desnudos. No sueñes más sobre mi cama si no es para arrancarme la ropa a mordiscos. No tiembles tan cerca, si no es de placer.
Muérdeme las pestañas y aráñame el alma. Ciérrame la boca de todas las formas que sepas.
No me cuesta confesar que cada vez que te veo, no se qué hacer con el arma que tengo cargada entre las piernas.

Suppose to do.

Quizá lo único que me apetezca ahora sea levantarme de la cama para ponerme tu camisa a cuadros e ir a la cocina a prepararte una ración de besos y orgasmos. Quizá lo ideal sea que aparezcas por el marco de la puerta cuando esté retorciéndome en el espejo para celebrar cada arañazo como una nueva victoria. Quizá lo más difícil sea escurrirme en tus ojos, lidiar con tu pasado tras de cada encontronazo, hacerte sudar contra este colchón que chilla cuando no te siente encima. Quizá me apetezca contarte hasta mis más íntimas fantasías, mis mas tristes abrazos, o mis más vergonzosas pesadillas. Quizá quiera que sepas que nunca vi Marco porque lloraba con el tema del principio, que adoro a Márquez porque su prosa suena a amor y a soledad, que te he desnudado una y cien veces en mis sueños.
Quizá lo que pase es que quiera coger tu mano y apretarla tan, tan fuerte, que ni cuando la vida se vista de puta, sea capaz de soltarte.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Colección sucesiva de resacas y un "Road to perdition" que me dice que quedan muchas noches por beber. Heridas que ahora son superficiales, que se convierten en simples costras que intentas arrancar a base de polvos sin saber que lo que busco son sus ojos. Tembleque modo niño de trece años suspende una asignatura, niña de catorce da su primer beso, niño de quince pierde la virginidad, niña de dieciséis bebe su primer cubata, niño de diecisiete fuma su primer cigarrillo, niña de dieciocho se reinventa el mundo en unas manos. Completamente atontada, atentados en corazones bomba, bombas de relojería, y relojes que suenan porque llegó la hora. El día. El mes. El año. ÉL. Así, con mayúsculas.
- Hay tantas cosas que quiero contarle, y tantas sonrisas por cumplir, y tantos besos que rimarle. Hay tantas despedidas que pienso arrugar con sus manos, y tantas fotos en amarillo chillón que son eso, fotos. Tengo tanta vorágine de letras y sentimientos, tanta tinta, tantas ganas...
Pierdo los papeles en cada choque y en cada curva, proyecto sobre el techo tu piel desnuda, dejo rodar nuestros sueños por esta almohada llena de cuando no estabas.
Escribo lo que no te digo con prosa que juega a que desde mucho antes conocía tu nombre.
- Me voy, me voy, me voy... antes de que ésta luna, entre guiños, no me deje seguir acariciando tu espalda. 
A estas alturas de la película, me da igual ser la mala cuando tienes exámenes, sólo busco incendiarte la piel con cada roce, y el corazón, con cada mirada.;)

martes, 10 de mayo de 2011

Correr tras un sueño=)

Si quieres nos encerramos en un ático y tiro las llaves y la ropa por la ventana, para que ni te vayas ni te vistas. Si quieres, te preparo el desayuno, y mojamos los besos con un whisky on the rocks con magdalenas. Prometo que no fumo si me quitas el mono a mordiscos. Si quieres llenamos la nevera de cerveza y vaciamos el cajón de la mesilla de condones. Te diría al oído guarradas que se pasan por mi cabeza cuando pienso en tus manos, para que me dijeras eso de "que basta eres, cariño", justo antes de empezar, y lo de "esto resulta hasta bonito" cuando me corro mirándote a los ojos. Si quieres me pego a ti hasta que no corra ni una gota de aire entre tu cuerpo y el mio. Si quieres te ato a mi cama, y no te suelto hasta que hayamos follado tantas veces que hayamos dejado de querernos. Si quieres te digo que eres mi marca exacta de heroína, que mi música preferida son tus gemidos con cada orgasmo. Si quieres te desnudo y no te miro más que a los ojos. Si quieres te cuento los lunares, los multiplico por mil, y te los pago en besos. Si quieres te susurro un te quiero que puede llegar a latir para siempre, y me quedo tumbada a tu lado, todos los días de mi vida, para ver el paisaje que es el sol dibujando tu espalda.

lunes, 9 de mayo de 2011

BR.

Lo que te pasa es que eres una bohemia de mierda. Ese es tu puto problema. Quieres que el mundo sea de color de rosa, poner flores en las pistolas, ocupar casas, parar la violencia con simples palabras. Seguro que hasta follas con calcetines. Eso lo hacen todos los bohemios ¿no?. Y siento decirte que corren tiempos difíciles para los soñadores. Todos suelen despertar de una hostia contra el suelo. ¿Él te hizo daño?. Claro, ahora lo entiendo todo. Pues sigue soñando, continúa por favor. La vida es nuestra gran obra maestra, sin guión, por desgracia. No te voy a pedir que no sueñes. ¡Quién soy yo para pedirle eso a una bohemia!. Pero no me pidas que te quiera. Sal ahí fuera y busca a tu chico. Sí, a ese que todavía no conoces, pero que seguro que también folla con calcetines.

domingo, 8 de mayo de 2011

Las cosas claras.

Para que te quede claro, quiero un hombre que me haga sentir que no estoy perdiendo mi tiempo, porque mi vida es demasiado corta como para desperdiciarla. No quiero que me regale rosas ni que me diga que soy la única, prefiero que se venga al parque con mi gente, a pasar la tarde entre litros y peis. No necesito que sea una joven promesa, que tenga mucho futuro, y me prometa el cielo pero luego no sea capaz de abrirme las piernas cada noche. Se puede meter por el culo los celos, porque si está conmigo es porque cree que no encontraré a nadie mejor. Las rosas que las deje para el cementerio, a mi que me regale orgasmos. Le agradecería que me quisiera sin que se forraran los de telefónica. Me vale más que venga a buscarme a la salida que una puta cena romántica con sexo recatado de postre. Que prefiera una mujer con una nevera llena de cerveza y no un armario lleno de zapatos. Que sepa volar. Que no se piense que le pertenezco, porque ninguna mujer tiene dueño. Que no me hable del futuro, de una casa con perro y niños. Que se limite a besarme cada vez como si fuera la última.

Que si me regalas tu sonrisa..

Querría mezclar todas las letras que puedo llegar a leer en una noche y regalártelas, plagiar una veintena de blogs y decirte todas las cosas bonitas que me han tocado la fibra sensible. Pero te juro que tengo más ganas de aparecer en tu casa, con dos pizzas y unas cervezas, y decirte: ¿qué, echamos un vicio?
Que esta noche no me salen rimas, ni frases bonitas, ni nada que cualquiera que lo lea diga: ¡ostias! esta chica sí que sabe.
Hoy nadie me querrá por mis letras, pero igual es mejor. Ellas ya tienen bastante con salvarme el culo cuando solo quiero dejar de escuchar la palabra vergüenza en mi cabeza.
Hace tiempo que le echo de menos, en un torbellino amor-odio que no tiene salida, y por mis rizos te juro que me siento tan libre como cuando me agarraba a tu cintura en esa moto que era mía. En este juego, jugamos los dos.
Y qué manía con venirme con palabras del pasado, y con putos: te acuerdas?, con la única respuesta posible, que es nombrarte y quererte.
Que ya no sé como decirle al mundo que mi corazón y mis labios tienen dueño.

Páginas escritas entre tus sábanas.

Añoro despertar con el sol en la cara, abrir los ojos y no recordar cómo he llegado a tu cama. Ver a mi alrededor tu cuarto revuelto, las tantas de la mañana y yo despertándote al girarme para verte. Sonrisas, un beso, buenos días, bolita. La ropa por el suelo, qué bien quedan tus pantalones al lado de mi camiseta. Caos, tanto en mis recuerdos como en tu habitación. Tu camiseta, esa sin mangas y enorme, se arrebuja a mi alrededor, mientras tus ojos trituran los míos, ambos aún con el fantasma del último sueño en la retina. Mi pelo en la almohada, esparcido, tus dedos jugueteando con él, y no quiero levantarme, ni plantarle cara al mundo real.
Solo quiero seguir soñando.

viernes, 6 de mayo de 2011

simplemente.

Se me hace extraño hablarte de otros, contarte entre lágrimas que ya no es tu piel con la que sueño cada noche, suplicarte que le digas que me ayude a olvidarte. No tiene sentido. Es como imaginarme tirada en esta cama sin Deltoya de fondo y sin ceniceros llenos de colillas apagadas con inseguridades. Pero es la vida que elegimos. Que elegiste, perdón. 

jueves, 5 de mayo de 2011

Irrealidades mezcladas con tinta china barata.

Por todas aquellas veces que acusamos el golpe aunque estemos tan cansados que solo queramos llorar. Por cada vez que sonreímos, y casi es necesario una polea para levantar las comisuras de los labios. Labios, que palabra más bonita. Por el mundo que esconde cada uno en su interior, que nadie puede decir que me conoce porque no lo hago ni yo misma. Por eso de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Por todas esas veces que he escuchado: que bien quedarían tus pantalones en el suelo de mi cuarto. Por cada día en el que miles de personas cuentan los minutos en la sala de espera de un aeropuerto. Por cada cosa que descubres. Porque hoy ya puedo decir que puedo ir a dormirme tranquila. Porque cada vez que toco las teclas, o su piel, me invade la calma. Por el amor, y por todos que no lo entienden. Por el placer de un vaso de leche con galletas sin que haya un motivo para ello. Por la calma y el renacer que me dio escuchar lo que más quise oír durante un año y comprobar que me resbalaba. Por todos los que se levantan día tras día y siguen buscando el significado de la palabra amar. Por todas las personas que cada 24 tengan algo por lo que sonreír al despertar. Por todos los que me dan un impulso, y sobre todo, los que me ponen la zancadilla. Por aquellos que en medio de los exámenes más importantes de su vida, pasan por los pasillos riendo y haciéndome reír. Porque siempre se puede volver a confiar. Porque ya tú sabes, llámame y estaré. Por los que están hoy, por los que no estarán mañana. Por la persona que estará siempre. Yo más.
Porque hoy, me siento más feliz que nunca.

Tú SIEMPRE serás mi ESTRELLA.



A veces me gustaría volver a ser el niño que juega tranquilo y se balancea en los columpios sintiendo el mundo bajo sus pies. A veces me gustaría dar marcha atrás, negarlo todo, haberte conocido antes. A veces me gustaría cambiar de planeta, olvidar todo el dolor con un solo pestañeo, fingir que todo vuelve a ser igual, cambiar tu existencia por la mía y tumbarme yo en esa cama a consumirme, sólo por el hecho de que me revienta las entrañas por dentro ver como te desvaneces. A veces me gustaría ser valiente, saber defender con los puños ensangrentados aquello que deseo, decir en voz alta todo lo que me callo, sin miedo a recibir beso o bofetón. Tomar las riendas de mi vida, no haber empezado a fumar, ver a mi gente todos los días, sentarme en la terraza de ese bar a arreglar el mundo, solucionar cualquier problema con una división o una suma, o ponerme los vaqueros más rotos que tengo, y marcharme lejos, tan tan lejos, que la gente, al mirar, pensara que somos de otro planeta. Me gustaría cerrar los ojos y poder desaparecer, cambiar mi rumbo en sólo un instante, pintar recuerdos en las baldosas de esta ciudad que me tiene enamorada, beber hasta perder el control de mi existencia, saber si realmente detrás hay alguien pensando en dejar el listón aún más alto, borrar las quemaduras y las heridas, coser las telas de mi corazón, darle sentido a cualquier forma de vida. Tumbarme en la hierba para notar la respiración del mundo en mi espalda, leer en tus ojos que eres tu, hacer que las confesiones dejen de ser folios arrugados en una papelera, quejarme menos y actuar más, llegar al aeropuerto y pedir un billete para el primer avión que despegue, sea cual sea tu destino. Sería increíble escuchar a Sabina y no pensar en que te marchas, no volver jamás la vista atrás, dejar de ser tan dura con este mundo de mierda. Pero eso es lo único que no me puedes pedir, después de verte esperando con el cuerpo ya medio marchito de tantas hostias que no te merecías. Las estrellas están en el cielo a fin de que un día, cada uno encuentre la suya: prometo defender tus recuerdos con uñas y dientes. Sí. Lo prometo.

miércoles, 4 de mayo de 2011

No sé ni tu nombre.

Poco más conozco de ti, a parte de esa camisa de cuadros rojos y negros que me vuelve loca. Sueles llevar barba de tres días, un pendiente en la oreja izquierda y una púa colgada del cuello. Qué casualidad. Como yo.
Poco conozco de ti, ya te digo, y te daría la risa si supieras que eres el culpable de estos cigarros que caen uno a uno, de las taquicardias arrítmicas entre apuntes y prácticas, el fin último de estas letras que le rinden tributo a tus curvas sorprendidas, pero obedientes.
Cada vez que te veo se me corta la respiración de las palabras, se me nublan los sueños, y me entran unas ganas horribles de pedirte que me folles ahí mismo, que si no lo haces reviento, que debo de conocerte de antes de todo lo que he soñado contigo.
Vayámonos.
Coge el coche, la guitarra, y los vaqueros.
Vayámonos.
Lejos. Donde nadie pueda reconocernos.
Vayámonos.
Vayámonos a la vez y que tus gemidos ahoguen de una vez por todas mis suspiros.
http://www.youtube.com/watch?v=-W5n3w7-VtY&feature=player_embedded

lunes, 2 de mayo de 2011

No hay más motivo ni razón que me acordé de ti.

Que cuando voy con los ojos mojados en lágrimas no es para que me las seques ni me escuches, sino para que me calles.
A besos.
Y con eso es suficiente, y no son necesarios más párrafos por escribir.
=)

domingo, 1 de mayo de 2011

Pasado.

Cuando repasas los hilos de tu pasado a veces lo único que quieres es esconderte bajo las sábanas de tu cama, y llorar. Tengo la suerte de que la gripe llamó a mi puerta en el mismo instante que recuperaba un pequeño disco duro rectangular donde se guardaba todo lo que llegué a creer perdido. Mentiría si dijese que me creo mejor ahora de lo que era hace tres años, pues considero que crecer es aumentar el número de fallos habidos en tu cuenta. Anteayer, mientras me maquillaba con ojo clínico las ojeras y el no dormir previos a los exámenes y/o entregas para ir a chillar como nunca esas canciones de las que nadie, excepto nosotras, conocemos lo que son, me dio por organizar mi vida, y pensé en lo bonito que es poder borrar algo con un simple clic del botón derecho y eliminar. Dejé lo que me gustó y quité lo que no me apetecía recordar. Gente que se nos ha caído por el camino, gente a la que cuando conocimos de verdad dejó de gustarnos. Entre todo eso, vi una marabunda de textos que la última vez que los toqué databa del 23/06/2009. Ayer, mientras estaba en pijama, con el pelo revuelto y más fiebre que cuando estoy a solas con él, abrí de nuevo el disco duro, y casi me avergüenza decir que tuve que tragarme una americanada como Sr y Sra Smith para tener narices a leerlo. Abrí el primer texto, y le llamé, casi sorprendida de mi misma. Abrí el segundo, el tercero, el cuarto. Casi todos (misteriosa y sorprendentemente) con más de cuatro páginas. Cuatro horas más tarde terminé de leer y de hacerme críticas a mí misma, y al mismo tiempo de autosorprenderme descubriéndome con ganas de saber cómo continuaba cada historia, olvidándome de que eran mías. Hoy, no paro de pedirle a mi madre que me instale el word (la versión de prueba caducó) para poder leer y reescribir de nuevo todas esas historias, corregir los fallos y mejorarlas. Quizá, algún día, se vean por aquí.

Haciendo del secretismo obviedades.

Si tuviera el valor de decirte que eres el fin último de todas mis letras, reventarían las estrellas. Parece mentira que no te percates de el hecho de que esta tinta huele a ti, que cuando vuelvo a tu puerta con un fracaso encima es porque lo que busco es un atraco a beso o muerte. Me he cansado de susurrarte con los ojos un te necesito, y seguramente te daría la risa si supieras que sueño más con pasear de la mano que con follarte. He besado a otros imaginando que eras tú y no funciona. He preparado el guión de mi obra maestra millones de veces frente al espejo. Me he jurado una y otra vez que era el día. Y ahora no me siento capaz de levantar el vuelo, de dejar de temblar cuando cruzas el umbral de las posibilidades entre la acera y mis ojos. No consigo escapar de esta rutina de apretar los dientes cuando sonríes, el alcohol ahora me aporta grados, y antes, valentía.
Creo que jamás te lo diré...
Tengo ganas de ti.