sábado, 2 de junio de 2012

Rememberando.

Cuenta ya más de año y medio desde la última vez que eché de menos un beso de unos labios que no fueran suyos. Desde la última vez que rompí cristales con sonrisas fingidas que cantaban más desafinadamente que mi propia voz. Más de año y medio desde la última borrachera por amor (es decir, para olvidar), más de año y medio de placeres y burbujas, solo, solo, para nosotros.
Más de año y medio de mis últimas frases con agujas y dolores, de la inspiración acusada en forma de arrebatos y nudos en la garganta. Porque ya no escribo frases memorables, por aquello de que la inspiración se acopla al corazón, y demuestro más de lo que digo.
Ya no puedo hablar de almohadas con olores que maten, ni de sábanas frías, ni de paredes vacías, ni de polvos sin amor, ni de arañazos en la espalda que te maten más de remordimientos que de dolor al despertar. Ya no existen los corazones rotos, ya no me pierdo entre calles revolcando el corazón en el fango.
Ahora sé que nunca estuve enamorada, solo de él. De él. Única y locamente.

sábado, 4 de febrero de 2012

Partiendo la madrugada en dos.

No es que no cuente con ello o no quiera saberlo, pero entiéndeme, este sofá está así como frío sin ti y no porque el tiempo amenace nieve, y el cigarro me mira desafiante como diciendo "esta vez no pienso saber a sus labios", y por aquí nadie se hincha a cereales, y esta todo tan ordenado que solo pienso en nuestras guerras, porque para bien, o para mal, aunque más lo primero que lo último, hemos lidiado en muchas.
Pero dicen que es mas fácil si uno apunta y el otro distrae al enemigo, dicen que hay cosas que sí que son para siempre, y no tengo apuntes que leer ni a nadie al lado pidiendo mimos, o con ganas de ser solo uno aunque sea cuando me miras desafiante al grito de "sube, que te llevo", que tenemos un camino por recorrer y no conozco otro transporte, tan seguro de que va a ser así siempre, y a la vez con tanto miedo.
Porque a veces puedo leer en tus ojos que con tantos golpes alguno tiene que ser el de suerte, que la vida te da palos pero somos muy rural boys como tu dices, y sabemos lo que es doblar la espalda al sol, los callos de las manos, y que nos sangren los labios los domingos de resaca, echándole la culpa al calimocho y no a tus mordiscos, porque aunque duelan, me gustan.
Y creo que con eso se resume todo, con un dolió pero era necesario, con un somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos, con un "siento no haber apretado fuerte tu mano todas las mañanas de Agosto".
Pero qué más da, si tú pones las hojas y yo el bolígrafo, si parece que el azul bic está de nuestra parte, si escribo por miedo esperando a que lo leas, pero algo, muy dentro de mi, dice que esta vez el cuento llevará buena letra.

jueves, 2 de febrero de 2012

Always. Z&S

   Mi personal "para siempre" es un círculo infinito rodeado de quereres y dolores, aunque más de lo primero.

           "Arrodillado te ofrezco un miedo al compromiso" 91problemz.
  
   Nuestro para siempre comenzó mucho antes, cuando tú sonreías perdido entre mi pelo, que por aquel entonces era un atisbo de lo que es ahora, mientras yo dejaba que se afilaran mis rasgos, y al tiempo ambos tratábamos de sorprender lo insorprendible.
   Comenzó una noche, en la que un "tenemos toda la vida" me hizo sonreír, y más tarde, ya entre los brazos de Morfeo, me asustó y eso me encantó, porque qué es la vida sin riesgos.

   Nunca te mentí, vida mía. Cada roce me enganchó por el miedo y las ganas. Que no sé por qué te amo, si tienes ese puntito canalla, esa frialdad que me hipnotiza, y ese calor que me envuelve cuando solo quiero comer helado (o vasos de leche con galletas) mientras veo Los Simpsons, contigo. Esos celos que no son tal, si no mono de ti mezclado con envidia por poder compartir tu espacio. 


    Llegó Italia y pasó. Y quién me iba a decir a mí que pasaría aún más tiempo sin ti.


 
   Un collar por Navidad. Un anillo por mi cumpleaños.





    Barcelona.
  
   Un anillo por mi cumpleaños. Porque tienes razón, sí me hiciste un regalo, el más valioso que pudiste. Que yo sellé con besos y con el miedo atenazando mi corazón, con las mejillas rojas y los ojos húmedos, sin saber cómo mirarte a la cara en medio de las hogueras de San Juan. Queriendo gritarlo al aire.
   TE AMO.
   Ese es mi para siempre.

Resumen de una vida.

Cada día más sola, más mil leches, más triste, más loca, más mejor.
¿Y sabes qué te digo?
Mientras él esté conmigo, no tengo nada que temer. Y nadie a quién dar cuentas.
¿Y sabes qué más?
Olvídame.

sábado, 21 de enero de 2012

Me gusta porque...

parece que lleváramos juntos toda una vida, y aún así, no deja de sorprenderme. Porque su lado de la cama siempre está caliente aunque fuera esté nevando y no haya calefacción. Porque no le gustan las almohadas blandas, ni las cosquillas, y le cuesta despertarse los domingos cuando no hay que despedirse en la estación de turno, y a veces acaba películas como diciendo "te quiero por encima del polvo que te voy a echar después, que puede esperar", y otras veces le queman las ganas y hace que hasta en la ducha le eche de menos. Okupó todo mi mundo, me cosió las alas, y muchas veces nos hace falta poquito más que la inseguridad y un par de botijos en el bar de la esquina, así, sin más, y paga el que lleva suelto. No tiene los ojos de ningún color y a la vez son de todos, esa capacidad innata que tiene de volar a las tres de la tarde como si fueran las de la mañana, aunque ni él es mi príncipe, ni yo su princesa; porque en este reino sobran coronas, banderas, ejércitos de mariposas desfilando por los estómagos, porque la pasión tiene ley: que sea entre nosotros. Y si cambia la dirección del viento me enciendo un piti y que suene Deltoya, que tenemos cuatro manos para girar el timón del barco.

domingo, 8 de enero de 2012

Le mort.

Aquella casa exudaba el aroma de la muerte. No literalmente, pero tú, lector, me entiendes. Cada esquina suspiraba y gemía, viendo la lenta partida de un alma más. Un nombre más. El mayor problema de ella era que tenía el corazón fuerte. Sí, en su caso era un problema. A su edad y con sus achaques, llevaría tiempo muerta de no ser por su corazón, que se empeñaba en mantenerla viva de una manera u otra. Hay quien en aquellos días decía que era una forma bonita y tranquila de morir, en casa, con sus hijos. No existe tal forma, morir nunca es bonito, ni tranquilo. Morir asusta, aunque quizá asuste más la muerte de otros que la tuya misma. Morir implica enfrentarse a uno de los pocos misterios que probablemente nunca alcancemos a comprender. Yo la veía vagar con esos ojos que miraban sin ver, de un lado a otro, con la desesperación pintada en unas pupilas tan negras como el iris. Tenía miedo, y también podía olerlo. Cuando estaba de pie, apenas aguantaba unos segundos, abrazada como un koala a mí, o a cualquier otra persona que la hubiera ayudado a ello. De vez en cuando nos preguntaba si el corazón aún le latía, o si la sombra del sillón era la muerte. No tía, contestábamos, es tu sobrina. Nos pedía a todos, uno por uno, que rezáramos por ella, y pese a todo yo acababa haciéndolo. Solo por si acaso, por si esta vez me escuchaba. Aunque no me atrevía a pedir más vida para ella, porque no sabía si sería peor. Simplemente pedía que estuviera bien y tranquila.
Lo más curioso de todo fue la rapidez con la que llegó el declive. Una semana antes, ella me decía que fuera a verla a solas, para darme caramelos y criticar a todos esos estúpidos de su alrededor, me decía, sabiendo perfectamente que todos "esos estúpidos" podían oírla. Y entonces, cuando la veía pedirnos que la lleváramos a la cama, y al decirla que no se inventaba otra excusa renovada y aún mejor, yo sabía que no estaba loca. Que sabía lo que decía, que era tan lista como siempre. Y que precisamente por ello estaba aterrada, como un niño ante un precipicio.