lunes, 29 de noviembre de 2010

Cómo no iba a estar pensando en ti...


Pierdo verticalidad en ésta sobredosis, en este sin ti pero contigo en mis sueños. Puedo suspirar y agarrarme a tu cintura para jurarte que más allá de tus pupilas nada me importa, que me revienta a hostias por dentro esas arrugas que te salen cuando sonríes, y esa forma tan tú de mirar así tímidamente, como con miedo a decir en silencio cosas que siempre te callas, que solo pasan por tu cabeza como aves que emigran a quién sabe dónde y con quién. Vivo de esos pequeños gestos que me pierden, que me empachan de tu olor y tu nombre con sólo una letra, que simplemente son así, jodídamente nítidos en mi conciencia las 24 horas de todos los días que no te veo y de esos que te dices "bueno, puede que sí" pero termino por esconderme en esta pequeña burbuja hecha de inseguridades, porque puede que ser tenga sentido pero contigo, y puede que me de miedo el vacío, y voy a temblar el resto de la noche con esto de que últimamente tú eres el motivo, que si te veo dormir junto a mi sólo me queda pensar "oye, chica, no dejes pasar ni un segundo, llevas luchando toda tu vida por conseguirlo".

viernes, 26 de noviembre de 2010

Cucharadas de Venus.

Puedo sonreír inmersa en la horizontalidad de la barra de un bar en tono grafito oscuro mientras pierdo mis pensamientos por las autopistas que confluyen en esa cajetilla de Camel de la mesa de la esquina, y en cómo se le queda ese pelo de allá si se pasa la mano por el pelo, así, distraído. Puedo pensar en por qué le hago caso cuando le veo sonreír a mi pelo liso, y por qué me llena de orgullo ver sus ojos verdes clavados en mi rostro, todo esto mientras juego con la copa que me hace saber a limón. Nunca se me ha dado bien rizar palabras, y no sé, qué es sentir todo eso si le veo sentado allí, en un lugar que me agobia y me incomoda, pero que a él le hace feliz. Sueño con hacerle el desayuno cada mañana del resto de mi vida, y después el amor, y repetir la misma secuencia con cierta regularidad en las 24 horas del día. Porque no soy ni Moccia ni Sabina, pero con él soy quién me pida. Que un móvil con cascos y Marea en la pantalla no es nada si no son tus labios los que descansan en mi cuello, mientras las comisuras de los míos se curvan en ese gesto que solo me sale contigo. Mientras desafío al mundo a decirme que no soy tuya. Mientras reivindico que tu boca es mía si a nuestras mentes les apetece.
Porque por la noche, entre las sábanas, no siento tu calor.

jueves, 25 de noviembre de 2010

A dos besos de la vida de otro.

Me consumo cuando me miras casi tan rápido como el cigarro que humea entre mis labios. Me revienta escuchar tu voz y saber que tu piel está tan lejos de mis manos que me matan de hambre todos estos kilómetros. Agoto mis temores casi tan rápido como este vaso de vino. Los poros de mis sábanas sudan sangre y tu nombre.
Te siento entre estos cuatro acordes, entre la jodida catarsis que me producen seis cuerdas y un punteo, casi más que esta niebla que intenta dañar mis sueños. No importa, te juro que no importa, que te quiero aquí, cerca, al lado.
Que sí, que yo también me siento sola. Pero no tanto como cuando él estaba.

martes, 16 de noviembre de 2010

Venga metros.. ;)

Pero que nosotras vamos aparte, y que cogemos dos comas y cuatro cervezas y reinventamos el mundo en ocho suspiros y un infinito de risas. Y no decaigas, ni me digas esos topicazos tan estilo yo hace unos cuantos meses y con unos kilos más de lágrimas dentro, porque es que joder, no hace falta ni que te diga que puedo escribirte de mil formas que..
"-No, porque tú te follarás a otro. No, perdón, le harás el amor a otro como no se lo has hecho nunca a nadie."
Que, si te citara diría algo así como que para bien o para mal conoces el sabor de un polvo sin amor y la diferencia con lo grande que es sentir que traes un pedacito de cielo a la tierra para alguien que algún día, o quizá cada segundo desde que despiertas, te susurra al oído te quiero, o te amo, o a saber qué, y ese que te mira tan como él, si, no lo digas, ya lo sé.
Porque igual hacer el amor es eso que tú le hacías a él, pero no viceversa.

She.

El sombrero era precioso. Debajo, había una chica morena. Sus piernas estaban encerradas por unas botas prietas, marrones, de cuero. La piel, tan pálida, destacaba en medio de la noche. El agua corría libre bajo sus pies, a metros de su inmaculada perfección. Ni siquiera entiendo todavía por qué me hechizó ese espectro de juventus acodado en un puente perdido, tan lejos del centro de Roma. Un mechón sobresalía cruzando su rostro y escapando de la sombra que cubría sus ojos. El ceñidísimo abrigo negro podía haber hecho las delicias de cualquier piltrafo deshonesto que pasara por el lugar. Las manos, que a mis ojos eran de la más pura porcelana, se escondían en los bolsillos. Y en realidad tan solo era una niña esperando a la mitad de un puente, pero quizá me llamó la atención su excesiva seriedad.
O quizá el simple hecho de que la habría desnudado a mordiscos, sin pedir siquiera permiso.

sábado, 13 de noviembre de 2010

El arte de ignorar.

Hoy, vamos a brindar por la ausencia de la sensatez en un mundo de idiotas. Porque el champán no se acabe y siempre ahogue todo eso de no soñar, porque créeme, que a veces dos copas y un abrazo hacen maravillas. Porque igual me arden las venas más por frustración que por ira. Pero lo mejor es que es tan maravillosamente ignorable que ni siquiera merece un texto.

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Vuelvo a caer en la rutina de apretar dientes, en este tira y afloja de manos vacías y hambrientas. Vuelvo a perderme en este callejón, en esta jodida terapia, en los fantasmas del fondo de este vaso disfrazado de felicidad pasajera y cubos de hielo. Vuelvo a dormir entre recuerdos que juegan a rodar por mi almohada, a deshojar primaveras, a rechinar entre las cuerdas de una guitarra que me sabe a ausencia, entre sonidos que me arañan los tímpanos del alma. Vuelvo a dormir entre muelles oxidados de no chillar, en un colchón vacío que no me quiere ver alegre, apoyado en una ventana que juega a colar el sol por mi persiana para hacerme pensar que te bañas en mis sábanas. Vuelve a ser el frío y no tu dedo el que eriza mi piel. Vuelvo a sentir la niebla en mis huesos. Vuelvo a estar sola.

jueves, 11 de noviembre de 2010

2:50

Me cansé del insomnio, de los gritos, de la cama fría y vacía que suponían un par de lágrimas rodando por mi almohada, mis manos quisieron dejar de devorarte. Decidí recordarte en pretérito, olvidar todos los proyectos, dejar de temblar con el roce de tu mano sobre mi espalda, vivir con la palabra en los labios, acostumbrarme a no morder más las sábanas. Luche hasta dejarme la piel, sufrí cada resquicio de estas jodidas cicatrices que ahora sólo son eso, cicatrices, aunque algunas noches, cuando cambia el tiempo, decidan saber a sal y doler como si fueran parte de mi alma. Cambié, olvide, busqué, encontré. Tuve que entregarme. Supe entonces que había merecido la pena. Que aunque seas el que me saca de los apuntes de arte, de cuatro acordes, de la cama, no hay nada mejor que sentir que tu mano en mi cintura me hace empezar de cero. Aunque suene tan raro que hasta me asuste.
Esta vez sí, será la última vez.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Suerte.

Ella adoraba cambiar el tacto de su camiseta por el de sus manos. Tenía un curioso tira y afloja con su corazón, de esos en los que la cabeza siempre pierde. Enloquece cuando escucha el golpe de sus botas contra el suelo, casi anticipando el arcoiris de sus ropas al cruzar el aire. Le gusta hablar sola, o acompañada, o decir tantas tonterías que luego es él quien tiene que borrar el rojo de su cara a base de crearla un colchón de besos. El descaro de una sonrisa rompe cada una de sus defensas, e incluso sus neuronas le chillan que corra a buscar sus labios. Porque hasta su manera de trazar una letra le hace sentir ganas de morderle los poros. Porque, en serio, escucharle cantar en su oído es el mayor placer que puede ofrecerle, y creedme que es decir mucho. Que todas esas veces en las que el disimulo es más fuerte que el deseo le gusta recordar su rostro en cada uno de los momentos que ella no puede más que reír, así, en bajito, sabiendo que la oye y entreviendo la sonrisa de él, esa que puede hacerla sentirse la persona más afortunada del mundo. Porque a veces solo su voz y esa maldita media sonrisa irónica, o quizá insinuante, o retadora, o.. o simplemente esa que la dice: "ven, venga, ven y bésame", solo con eso es capaz de hacerla tener ganas de reír, de llorar de pura felicidad.

lunes, 8 de noviembre de 2010

=).

Que conocí lo que era sentirse humillada. Que sentí lo que son cuarenta kilos de agujas clavarse en cada poro de cada extracto de mi olor al aire libre. Que nunca he odiado tanto una mirada, una risa, que jamás he detestado tanto una mirada de lascivia. Pero que sé lo que es sentir tus manos como lo único que importa en este mundo, que los dos sabemos que entre esas cuatro paredes no existía el tiempo. Que me gustaría escribir todas las letras de este mundo sobre tu cuerpo y luego cubrirlo a base de besos, de esos en los que dos trozos de esmeralda se clavan en mis ojos y me dicen: "Esta noche tú eres la cena". Que cada vez me dan más ganas de reventar palabras necias en el aire, como quien arroja cuchillos contra un corazón. De subir a tus labios y besar el cielo, mientras tu risa, esa que sabes que me encanta, resuena en los tímpanos de un corazón que querría gritarte al oído que te ama. Que no soy más que esa idiota que te espera cada mañana con la vida en un puño, que bebe de cada sonrisa, que no sabe decir hola al amanecer si no estás a su lado.

Coger el siguiente tren, volver a la salida.

Que me da miedo soltar tu mano y ni si quiera la he cogido. Que no puede haber un mundo más bonito que el que se refleja en tus pupilas, una goma de borrar más efectiva que tu brazo en mi espalda. Que eres la puta causa de unas veintisiete mariposas en mi estómago, el que ha deshecho el nudo de mi garganta, el que ha desterrado toda la ansiedad entre las cuerdas de una guitarra que me devuelve a la salida, al volver a empezar, a querer luchar con una seguridad que hasta me asusta. Que me pierdo en cada cruce de miradas y pinto mi corazón con el rojo de tus mejillas. Que ya no me ahogo en este jodido humo, ni en la última lágrima, ni si quiera en ese "abrazos tan sentidos, aunque lejos de ese tiempo tan perdido". Porque los siento, los siento como si fueran los primeros.
Y con ganas de que si tú quieres... sean los últimos.

Ver la vida sin reloj, y contarte mis secretos, no saber ya si besarte o esperar que salga solo.
Vivir así, yo quiero vivir así. Ni si quiera sé si sientes tú lo mismo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Arteinsania.

Que soy adicta a la lluvia, a las sonrisas que me venden todas las esquinas que me invitan a olvidarte. Que respiro lágrimas de hielo que solidifican en tus mejillas, que transforman cada mañana de cada martes en un te necesito. Que llevo tatuado en el alma una sonrisa que se resquebraja, que de vez en cuando adora asomarse a un profundo precipicio con la esperanza de que alguien la agarre. Que os tengo a vosotros, y un mar de inseguridades que ahora pueblan mi almohada, recordándome tiempos felices en los que eras tú quien consumía todos y cada uno de los amaneceres.
Suenan las campanas de una vida nueva.