jueves, 25 de noviembre de 2010

A dos besos de la vida de otro.

Me consumo cuando me miras casi tan rápido como el cigarro que humea entre mis labios. Me revienta escuchar tu voz y saber que tu piel está tan lejos de mis manos que me matan de hambre todos estos kilómetros. Agoto mis temores casi tan rápido como este vaso de vino. Los poros de mis sábanas sudan sangre y tu nombre.
Te siento entre estos cuatro acordes, entre la jodida catarsis que me producen seis cuerdas y un punteo, casi más que esta niebla que intenta dañar mis sueños. No importa, te juro que no importa, que te quiero aquí, cerca, al lado.
Que sí, que yo también me siento sola. Pero no tanto como cuando él estaba.

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