martes, 23 de junio de 2015

Añicos,

Abrirse en canal como nuevo deporte extremo
en el que te dejas en manos de otros
para que jueguen contigo hasta cansarse.

Confianza absurda y ciega,
como abrazar una almohada bajo las sábanas
con los ojos bien cerrados, la última pesadilla.

Nadie sabe el miedo que siento,
como me pesan los párpados y
que no sé si necesito un abrazo o un orgasmo.

"Porque eres la mujer más rota que he conocido nunca."

Faro. O farol.


"Escribo porque no puedo emitir luz.


Pero sí reflejarla."



Escribo porque creía que sabía de la vida cuando solo conocía el frío a través de una ventana, bien envuelta en mi manta con una taza de chocolate caliente entre mis manos, tan solo rozadas por una pequeña brisa de un día desapacible.

Escribo porque la culpa he de sudarla de alguna manera. Estrecharle la mano tan fuerte que pienso que va a dolerme y que no lo haga es aún algo que se me hace extraño.

En momentos como este, escribo únicamente porque llueve, y el repicar de las gotas en mi ventana hace que añore el repicar de mis dedos contra el teclado: hoy de un ordenador diminuto, antaño de otros tantos.

Escribo porque es una manera de reconocerme a mí misma. Días como hoy, me hacen perderme en la vasta inmensidad de algo que no reconozco como yo misma. 

Escribo porque no puedo emitir luz. Pero a ojos de algunas personas, por algún motivo que no alcanzo a comprender, parezco ser el faro que ilumina sus vidas.

¿Y cómo, si no sé iluminar la mía?