sábado, 21 de enero de 2012

Me gusta porque...

parece que lleváramos juntos toda una vida, y aún así, no deja de sorprenderme. Porque su lado de la cama siempre está caliente aunque fuera esté nevando y no haya calefacción. Porque no le gustan las almohadas blandas, ni las cosquillas, y le cuesta despertarse los domingos cuando no hay que despedirse en la estación de turno, y a veces acaba películas como diciendo "te quiero por encima del polvo que te voy a echar después, que puede esperar", y otras veces le queman las ganas y hace que hasta en la ducha le eche de menos. Okupó todo mi mundo, me cosió las alas, y muchas veces nos hace falta poquito más que la inseguridad y un par de botijos en el bar de la esquina, así, sin más, y paga el que lleva suelto. No tiene los ojos de ningún color y a la vez son de todos, esa capacidad innata que tiene de volar a las tres de la tarde como si fueran las de la mañana, aunque ni él es mi príncipe, ni yo su princesa; porque en este reino sobran coronas, banderas, ejércitos de mariposas desfilando por los estómagos, porque la pasión tiene ley: que sea entre nosotros. Y si cambia la dirección del viento me enciendo un piti y que suene Deltoya, que tenemos cuatro manos para girar el timón del barco.

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