martes, 17 de agosto de 2010


Sé que se perdió esa mania de contar lunares cuando las pesadillas nos invadían. De esas que tú huías cuando las veías venir, entre mi piel, a jirones deshechos de eso que ahora has compartido con ella. Entre los susurros muertos de mil chupitos que nos llaman, golosos, buscando quizá ese nosotros escondido entre mil miradas que no quieren cruzarse, y entre cada rumor que llega a mis oídos y me hace sonreír aunque muera por dentro. Y todo se calma y yo respiro, buscándote en cada gramo de humo que no se medir, solo a ojo, entre risas y ese chs escondido entre hierbajos. Tardes ocultas entre los pliegues del tiempo que nos dicen que volvamos a vivirlas, disfrazadas con nuestras risas elevadas al nivel intrapersonal, y mil palabras dichas sin que tengan sentido y sin buscarlo, y mil hechos viviendo sin tocar el suelo, en ese mundo unilateral al estilo tiovivo, entre vosotros, o al menos así fue hace un tiempo. Viviendo el hoy, el ayer y el mañana entre las paredes de un viejo bar, que parecían caer sobre nosotros aunque en verdad no lo hicieran, y no me creáis cuando juro echaros de menos a no ser que lleve tres copas de más y un par de caladas, de eso que en su momento llamamos felicidad.

No hay comentarios: