sábado, 7 de agosto de 2010

Psché!

De esos días que sueñas con no soñar
y con poder reventarte el corazón a base de palabras, sin piedad.
Con la sonrisa puesta, como la camisa, y una mirada que dice
algo como que no te quejes, lo de ella sí era dolor.
Y puede que me amargue la pena
que me llene de moratones el cuerpo a base de ostias
de esas que luego no puedes contar porque no son de recibo
dentro de una sociedad que se autodestruye
sin ser capaz de echar la vista atrás,
o una mano a cada corazón que queda atrapado entre los raíles
a la espera de que cada conversación vuelva a renacer.
Proyectando y viviendo, con tu sonrisa por abrigo
y una litro por abrazo, en un aquí estoy
y a ver quién tiene cojones a echarme.
Que yo soy yo y me gusto, y a ti no
y lo sé, y no hacen falta explicaciones, ni miradas
que huyen cuando los rizos no son suficiente
para esconder las mentiras al pasar
a mi espalda, como la droga por tus venas,
que solo tenemos en común a Ella y esa sangre blanca,
que normalmente dicen vodka,
destrozando las ventanas de nuestra conciencia a puñetazos.
Y ese ser tú y ser demasiado como para compartirlo con nadie
y saber que te diría tantas cosas que no sé ni poner la primera m
de cada hola sonriendo.
En un venga lo que venga, y ese click
y sorpresa, y que eres parte intrínseca de mí.
Y que no queda bonito, ya lo sé,
pero escribir sobre ti es firmar una sentencia
y atarme a tu piel, y no te rías
pero la última vez me costó 500 gomas
borrar tu olor de mi colchón.

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