domingo, 4 de julio de 2010

Tiempo atrás.

Y es que ya sabes que soy incapaz de no morir cuando te veo tirado como si nada en mi cama, mirando al techo mientras intentas ocultar la risa que tira de las comisuras de tus labios, mientras tus ojos brillan, juguetones. Mientras a mí se me revuelven las entrañas al verte allí, tú te dedicas a hacer que me ignoras y yo a fingir que no me estás enamorando.
Que nos gusta demasiado perder el tiempo jugando a intentar. Que un mordisco tuyo me lleva a la luna de cabeza y que cada palabra que susurras en mi oído me hace reír, mientras por dentro me vuelves loca de deseo. Que hay días que me da igual que a nuestro alrededor no dejen de mirarnos, que el problema es suyo. Que te comería a besos de la cabeza a los pies, y créeme, sin remordimientos. Que es inevitable. Si me dices que no, mi mente se centra en sacarte un sí. Mis manos siempre andan hambrientas de tu cuerpo, y no hay minuto en el que no te eche de menos.

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