sábado, 3 de julio de 2010

Pero solo, a ratos.

Y me jode pensar la simple posibilidad de encontrarte un día dedicando una sonrisa a cualquier niña en la barra de cualquier bar, con una cerveza en la mano, mientras las mejillas de ella se tiñen de rojo y se dibuja una sonrisa en sus labios. Me jode saber que algún día serán otros labios los que cabalguen en tu cuello, y que el perfume de tu piel quedará adherido a otra piel que no sea la mía. Odio la certeza de que pasarás las noches de tu vida al lado de cualquiera a la que dirás que la quieres, mientras que en tu cabeza queda mi recuerdo, y que seré eso, un simple recuerdo, pero con tal intensidad que cada día que beses a quién no sea yo recordarás mis labios, con su sabor a cereza, con lluvia o con sol, dependiendo del tiempo que hiciera en mi corazón al amanecer. Que otra conocerá a la perfección cada punto de tu espalda en el que besar, morder y desgarrar para lograr tu atención, para verte estremecer y encoger, como si quisieras protegerte de todo aquello. Me jode conocer el final casi antes de empezar, y aún así que os aliéis sin saberlo para vencer mi miedo.
Porque, aún así, sigo soñando con otra ciudad y con otras calles, el anonimato y las esquinas nuevas donde poder amarte sin que tú lo sepas siquiera. Que quizá el diablo se ponga algún día de mi parte y me regale un billete de ida sin vuelta, al lugar donde pueda perderme y alcanzar mis sueños, caminar entre las nubes mientras tu lejanía me desgarre por dentro, pero cada día un poco menos, hasta que solo seas un recuerdo que me haga sonreír a ratos.

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