sábado, 3 de julio de 2010

Orgullo.


Siento cristales rotos en el corazón, que se clavan con fuerza cuando se me ocurre recordarte. Las noches me buscan mientras se ríen, cual hienas, ante la desolación de un corazón que ya no sabe si te quiere o solo echa de menos sentirte cada amanecer. Contigo no finjo el olvido, ni escondo las lágrimas que golpean con fuerza cada poro de la esperanza. Pero, a la vez, preferiría morir antes de que las vieras caer, una a una, desde el cielo de mis ojos. Sí, puedes llamarlo orgullo, si te place. Tu simple visión me astilla la nostalgia en pequeños fragmentos que atacan a los recuerdos.

No hay comentarios: