martes, 13 de julio de 2010
De bruces contra el suelo.
Lo cierto es que no lo sé. Es como cuando ella intenta ser feliz a toda costa sin tener sus ojos. Si soy sincera, tengo tantas ganas de vivir, que me revienta el corazón a cada latido. Cuando no estás me tumbo en la cama a fumarme el miedo en forma de L mientras Deltoya retumba entre estas cuatro paredes que tan bien te conocen. Te preguntaras por qué escribo. Pues no lo sé. Es como una forma de no sentirse vacía, una forma de echar fuera todo el dolor que recorre las entrañas. Sudar miedo y respirar cariño. O simplemente rozar por un segundo una de esas sonrisas. Muchas veces lo hice mal y casi nunca bien, y por ello guardo poesías. Porque quien olvida su historia está condenado a repetirla. Porque dejarse la piel no es nada si es recortando tu silueta. Porque conjugarte en pretérito me da tanto miedo que me duele el ventrículo derecho cada vez que respiro. Porque no sé que pasará y se que siempre quedarán estos dedos, que parece que no terminan de comprenderme pero lo intentan. Y es que todo esto de plasmarte en un papel es como no dejarte escapar nunca. Como notar tus brazos acercarme a ti hasta que ni el aire pueda atreverse a separarnos, mientras crujen mis costillas. Puede que un día lea esto con lágrimas arañándome las mejillas. Pero así lo mantengo vivo. Así logro aliento cuando la cuesta se convierte en acantilado. Porque puedo tirarme de cabeza al mar de tus ojos si prometes que será tu mano la que me saque del agua cuando este apunto de ahogarme. Mierda.
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