viernes, 22 de octubre de 2010

Día 1.

Aprendí a vivir contigo, a desgarrar sábanas por la simple pregunta de por qué no dormías a mi lado. Que el estremecimiento de mi nariz no es por frío, si no más bien por fiebre. Que sé leer tus sonrisas, tus ojos, tan verdes como los míos si no estás cerca, que me sé cada gesto, cada roce, cada paso, que sé lo que es tenerte y no tenerte, y no quiero volver a vivir sin saber que al despertar lo primero que veré será tu rostro. Que una vida puede ser poco según dicen algunas letras mal escritas cuando te echo demasiado de menos.
Que Roma soy yo. Que allí se respira mi esencia. Que estoy teñida de cada uno de sus rincones. Que creo que no hace falta que lo diga.

No hay comentarios: