martes, 5 de octubre de 2010

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Puedo suspirar ríos de tinta, de esos que corren por sus venas y que nadie excepto ella se atreve a cantar sobre un papel, desafiando a todas las vías de este mundo a decirle que no hay cojones a ser feliz, a gritar un te quiero que hunda el mundo sobre sus cimientos.. esos de fotos sin atisbo de sonrisa, de sentimiento, de una habitación llena de hojas arrugadas intentando contar todo eso de un nosotros que nos dio por olvidar, abandonar, marginar en un cajón de recuerdos en los que a veces el miedo a volver a caer me hace revolver. Meses de rutina teñida de gris y de te odio en los labios. Miedo a volver. Miedo a caer. Miedo a ser feliz. Quizá. Miedo a comprender que eternidad no es algo imposible. Miedo a aceptar que no tengo mi habitual red de seguridad, que no hay fecha de caducidad, que quizá he vuelto a ser yo.. y miedo a asumir que tengo miedo. Miedo a saber que solo sé escribir y gastar vida en esto, en poner una letra tras otra.. expresando todo y nada a la vez.. y venderte mi aroma, y sentir la ilusión, y tirarme en caída libre sin saber qué hay detrás, y sin importarme. Volver a sentirme como cuando sonreía a las farolas, que me decían que que bonito el pelo corto, que que bonita su sonrisa, que que bonitos los besos. Esos que perdí un día, con la eternidad, la capacidad de confiar y las palabras sin sarcasmo. Solo quedan cicatrices.. y malos recuerdos que intentan curarse con el bálsamo de esas risas que creamos ahora.. y con las ganas de dejarme llevar, y de quererle más de lo que haya querido a nadie nunca.

Tener un cúmulo de emociones, de miradas, de tú y de yo convertidos en nosotros. No saber si quiera qué decir, de línes y sueños pintados en colores que en verdad no existen, o en un caos filosófico de apuntes olvidados cuando no sé leer.. solo sentir.

Y 24 horas más tarde, una pregunta. ¿Por qué, si todo era perfecto?

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