miércoles, 30 de marzo de 2011

Te dejo mi mano tendida.

He de confesar que a veces encuentro tus fantasmas entre mis apuntes. Cuando eso ocurre, tiro de mochilas y vaqueros, y salgo a descubrir esta ciudad de oportunidades y sueños. 
Todo tiene solución si vuelvo a reconocerme en su piel y su prosa, aunque haya costado, y al día siguiente, a mi colchón le salen heridas de pensarte, y mis labios se estremecen de frío si tienen que aguantar más de una semana sin tocarte.
Aliento, fuerza, ganas. Todo eso suponen los treinta minutos de cada sábado encerrados entre cervezas y tus ojos.
Aunque no lo sepas, y me cueste tanto decírtelo que la semana siguiente suponga un abismo a superar, un montón de gente entre la que no encuentro tu cara, baldosas que no me guiñan al pasar porque no las has pisado.
Café, trabajos, prácticas. 
Y tantas ganas de ti, que estalla cada poro de mi alma.

1 comentario:

Marciana dijo...

Menuda entrada. :)
Te sigo


Un abrazo