martes, 11 de mayo de 2010

Darling.


Y.. lo siento, my darling, pero mi mente decide morir de locura si me nombras a Sabina. Mis sábanas se aferran a mi cuerpo, como si mi cama temiese que la abandone por otra. La acaricio y la susurro, como si de ti se tratara: "tranquilo, me quedaré a dormir."
Y a la mañana siguiente, sé que me despertaré oliendo tu ausencia en mis brazos incluso antes de que mis ojos decidan abrirse, remoloneando en sueños en los que tú aún estás, susurrándome al oído que te harán falta 500 noches para olvidarme, y que nunca olvidarás los 19 días que contaban desde que te besé. Me decías que un día yo seré la estufa de tu corazón, que sabes que fuimos dos peces de hielo en un whisky on the rocks, y que nunca olvidarás mi guitarra al dibujar un signo de interrogación. Sonrío cuando escucho de tus labios todas esas frases que un día te dije que amaba.
Pero, my darling, lo siento.
Si hoy te besara, mañana volvería a ser ayer.

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