lunes, 24 de enero de 2011


Sonamos así, como imperdibles que se desabrochan algo más que los botones, y nos hacen ser uno. Como un "mira, oye, no se bien ni por qué" pero me la juego contigo y dueles. Tanto que todo esto parece un pretérito mal conjugado, un "me parece que esto ya lo he vivido" y no quiero que se repita pero ahora estás en mi cama, o tal vez no porque la inseguridad tatúa mis poros, porque estoy harta del "eres tu", "ya, pero es ella", del whisky que me abrasa el esternón casi como todas las paredes que me marean a las cuatro y me echan cuando sale el sol y ya ni queda vino, tan doloroso como perder(te) a un amigo, como soplar un te quiero a la distancia y que te contesten 100 km entre tu piel y la mía, como dos corazones rotos con miedo a salirse del camino, de este rumbo imprevisto que nada tenía que ver con mis bocetos pero que me agrada, y quédate conmigo, como matar el final de una botella de ron porque amigo, tus penas son mías y si me agarras fuerte al menos prométeme que no vas a soltarme ni en formato "yo confieso" ni en formato gemido, ni cuando se corre queriendo engañarme, diciendo que somos dos y tu dentro de mi uno, que ya lo sabrás, que si pedimos el último chupito me voy a enamorar del chico del fondo, sí, ese que no te quita ojo, y puede que follemos o puede que no pero significara un nosotros, y para qué vamos a engañarnos, si nos puede esta calle, el bareto de la esquina y su paralela, y qué le vamos a hacer, si nos dan las seis en el reloj y el puto sol ya quema, y aun si saber por qué huimos, tu habitación nosotros y ni como ni por qué, pero de la mano. Despertamos, huele a ron y sabe todo a dolor de cabeza, y tú, vuelves a ser distinto.

viernes, 14 de enero de 2011

Sin-onimo de ofender.

Ha pasado tanto tiempo que ya ni me acuerdo de lo que suponía un nosotros Kuerpo a Kuerpo con K mayúscula de dolor. Tanto, tanto tiempo, que ya ni si quiera echo de menos estallar de placer entre tus poros, arañar cada centímetro de tu alma, morir en tu boca, para resucitar, al día siguiente, entre tus párpados. Me basta con perderme entre alcohol, entre los cinco centímetros de este último chupito que me abrasa el esternón casi tanto como tus recuerdos. Me basta con un hasta siempre, un hasta nunca, un hasta luego. Me basta con olvidarte en pieles ajenas, que no tienen ni puta idea de mis sentimientos, ni de mis perifrasis, ni de los acentos de mis letras, y mucho menos de los latidos arrítmicos de este corazon que a veces tiende a empacharse de ausencia. Me da igual que él se corra con los ojos cerrados, que sea un polvo sin amor, que todo lo que me quede sea dos copas de más y una sonrisa. Me da igual porque hoy, puedo decir, con la boca bien grande, que ya no te necesito.

miércoles, 12 de enero de 2011

Encuentros II

Este texto, y el anterior que he publicado fueron escritos hace algo más de un año, pero ultimamente revolviendo entre viejos "recortes" los he encontrado.. y aquí los tenéis, idénticos a cuando fueron escritos.
______________________________________
Los pesados cortinajes encuadraban tu figura, vuelta de espaldas, mientras me acercaba por detrás, temerosa de que no fueras el mismo. Cuando percibí tu sonrisa, creció una similar en mi rostro, y me extrañé. Llevaba años sin sonreír de esa forma. Exactamente los mismos años que llevaba fuera del país, lejos de ti. Lejos de tu olor, sí, sigo viciada a él.
Seguías sin girarte, y comencé a temer que no hubieras notado que estaba allí. Más yo sabía, no me preguntes cómo, que sonreías, que sabías que todo comenzaba de nuevo. Tú mismo lo susurraste a mi oído mientras por mis mejillas corrían las lágrimas. Me dijiste que volvería, algún día, que querría hacerte sentir el sufrimiento que atesoraba mi corazón en esos momentos. Ese mismo sufrimiento que no me había dejado sonreír, ni amar, ni una sola vez en esos cinco años. Había llevado una vida de espejismos, que cuando se deshacían siempre me llevaban a ti de nuevo, a tu recuerdo y a tu dolor.
Y tú sabías que iba a volver. Y sabías que estaba allí en ese momento. A oscuras. Yo no entendía por qué me habías citado allí, o más bien no quería entenderlo. Yo había vuelto para, como tú llevabas años sabiendo, hacértelo pagar. Pero una vez tu olor me golpeó como una maza, tu visión me mareó, y percibir tu sonrisa plantó una semilla en mi rostro, supe que no podía. Supe lo mismo que tú ya sabías, nuestro baile comenzaba de nuevo. Y esta vez, no pensaba perder yo. Extraña forma de jugar al amor que teníamos tú y yo.
Cuando lentamente te giraste, yo seguía de pie en medio de la habitación, esperando. Sonreías, mi percepción no había fallado. Tu mano acarició mi mejilla.
-La última vez, me llevé lágrimas con este gesto.
El recuerdo me enfureció, y aparté tu mano de un golpe. Tú no perdiste la sonrisa, y esa extraña vergüenza que aparecía cuando no debía me tiñó de rubor. Otro recuerdo que cruzó mi mente, otro momento de extraña vergüenza, que tú paliaste a base de besos y promesas en tus ojos, tan dulces que quise olvidar que no las cumplirías.
-Lo sabes, pequeña, empezamos a aprender, otra vez -susurraste, inclinado en mi oído.
-Extraña manera de amar -no quise mirarte a los ojos.
-Extraños nosotros.

Encuentros.

Siento haber llegado tan temprano, pero las ganas de verte me superaban. Sí, sé que hace meses que no ocurría esto, pero supongo que todos queremos lo que no podemos tener. Mi vida va bien, ahora leo a Ruiz Zafón, me dejo llevar por como mezcla las palabras. Sus libros son como una baraja perfectamente imbricada, nada queda suelto, nada queda mal. Cierto parecido a Reverte, quizá.
Me gusta ver el morado, y recordarte a ti. Tu habitación sigue como la recordaba, nada ha cambiado. Ni siquiera necesito sentarme para comprobar que el colchón de tu cama es el mismo que hace unos años. ¿Tú? Tú tampoco has cambiado. El pelo más largo, quizá. Se te ve más libre. No, no sé decirte cómo lo noto.
Serán los años, pero todavía sonrío cuando tus ojos me prometen cosas que sé que no cumplirán. Picarescos, como siempre. Sigues siendo un maldito galán. No, no me mires así, ya nos conocemos.
Me citas una canción. La Fuga. Es irónico que seas tú el que me diga que no le van las cosas bien. No, por mi parte todo está bien. Sigo como siempre, creando ilusión, pero tú sigues siendo mejor en eso. ¿Que cómo? Sí, sé que no sabes hacer lo que yo hago. Pero soy una prueba viviente de que sabes crear ilusión. Mantenerla. Romperla. No me lo niegues, sabes que es cierto. No. Lo. Digas. No.
Yo también. En verdad, solo vengo para saber si sigues como hace unos meses, ¿recuerdas? Aquel día en el que te sentaste a mi lado en una cafetería, y nos ignoramos. Sí, ese. Somos idiotas, lo sé.
No, no te odio, ¿por qué piensas eso? Nah, aquello está olvidado. ... Sí, sé que no sé mentir.

martes, 4 de enero de 2011

Noviembre.


Aún hoy todavía me cuesta creer que muriera. Fue un mal sueño, una pesadilla.
No se puede imaginar hasta que punto un hecho así puede cambiar la vida de una persona: yo desde aquello no volví a ser la misma.
Le aseguro que no hay un solo día de mi existencia en que no recuerde aquel instante.
Nosotros queríamos cambiar el mundo y desde luego no lo conseguimos.
Ahora lo que intento es que el mundo no me cambie a mi.

El arte es un arma cargada de futuro.


sábado, 1 de enero de 2011

Semplicemente.

Ni siquiera sé cómo decirte que, entre un piti y tu boca, me hiciste ser tan grande como el universo que a veces nos da por pisar, con una sonrisa en los labios que acostumbro a besar entre mis gemidos y tus mordiscos, de los que me erizan la piel de la misma forma que un sí quiero susurrado solo para tus oídos, sin la absurda necesidad de chillárselo al mundo, a pesar de que el Everest y un altavoz me habrían hecho hacerlo vibrar con la certeza más grande que puede enorgullecerse de poseer el mundo. Porque solo quiero poder decir que cada baldosa de Roma ha estado bajo nuestros pies, y que caminar contigo de la mano me haga pensar que él se habría sentido orgulloso de mí, de quien fue su niña. De la que un día le prometió que solo él la acompañaría el mejor día de su vida. Y te prometo que anoche estuviste allí.
Me gusta sentir el cosquilleo de las palabras en mi boca, saborearlo, conocer el hecho de que solo pudiste oírlas tú, el único interesado, el único en todos los sentidos. Que nadie más lo sabe, y, ¿para qué? Porque he aprendido que tú me bastas.. que lo eres todo.
Porque cuando el 2011 era un recién nacido, te juré ser siempre tuya.. sentados en un banco de piedra en medio de un parque cualquiera, en un momento, en dos minutos, una promesa, un contrato, darte la mano y arrastrarte a mis labios.
No me da miedo. =)
Con dos copas de más, celebrando más tu memoria que este nuevo año, me encuentro sentada en el sofá con tus recuerdos. ¿Sabes? Paso de escribir cosas que suenen a prosa poética, porque hoy, día 1 de Enero de 2011, solo me sale una cosa Jota. Y es pensar en ti. Ojala nada hubiera cambiado. Ojala estuvieras en cualquiera de estas calles de esta puta ciudad con un bonocopas en la mano y pidiendo el último chupito a ese camarero que no da a basto con tanta gente. Sólo me sale decirte eso, no quiero nada más que tus ojos, que un jodido abrazo. Y me he dado cuenta de dos cosas: la primera, que JAMAS, EN MI PUTA VIDA, VA A VOLVER A SER POSIBLE, la segunda, QUE HAS SIDO MI ÚLTIMO PENSAMIENTO DEL 2010, Y EL PRIMERO DEL 2011. Y así será todos los años. Te lo prometo. Te llevo conmigo, como decía la canción de ese grupo que tanto te gustaba. Y te quiero, así, tan lejos de ti, en la distancia y la ausencia.

Te prometo que por ti, y SÓLO POR TI, POR LO FUERTE QUE PERDERTE ME HA HECHO... voy a intentar ser feliz.

Jota, estés donde estés, ya lo sabes, el único fin, hoy por hoy, de mi vida, es que te sientas orgulloso de tu pequeña. Ojalá, algún día, muy muy lejano, o quién sabe si cercano, lo consiga. Mientras tanto, quiero seguir aquí, luchando, única y exclusivamente, por tu memoria.
El resto de los días de mi vida se basarán en contarle al mundo que TÚ, exististe un día.
Te lo he dicho ya pero te lo repito... Te quiero.