sábado, 1 de enero de 2011

Semplicemente.

Ni siquiera sé cómo decirte que, entre un piti y tu boca, me hiciste ser tan grande como el universo que a veces nos da por pisar, con una sonrisa en los labios que acostumbro a besar entre mis gemidos y tus mordiscos, de los que me erizan la piel de la misma forma que un sí quiero susurrado solo para tus oídos, sin la absurda necesidad de chillárselo al mundo, a pesar de que el Everest y un altavoz me habrían hecho hacerlo vibrar con la certeza más grande que puede enorgullecerse de poseer el mundo. Porque solo quiero poder decir que cada baldosa de Roma ha estado bajo nuestros pies, y que caminar contigo de la mano me haga pensar que él se habría sentido orgulloso de mí, de quien fue su niña. De la que un día le prometió que solo él la acompañaría el mejor día de su vida. Y te prometo que anoche estuviste allí.
Me gusta sentir el cosquilleo de las palabras en mi boca, saborearlo, conocer el hecho de que solo pudiste oírlas tú, el único interesado, el único en todos los sentidos. Que nadie más lo sabe, y, ¿para qué? Porque he aprendido que tú me bastas.. que lo eres todo.
Porque cuando el 2011 era un recién nacido, te juré ser siempre tuya.. sentados en un banco de piedra en medio de un parque cualquiera, en un momento, en dos minutos, una promesa, un contrato, darte la mano y arrastrarte a mis labios.
No me da miedo. =)

1 comentario:

Clementine dijo...

Ay, qué bonito.
A por ello sin miedos. :)