miércoles, 12 de enero de 2011

Encuentros II

Este texto, y el anterior que he publicado fueron escritos hace algo más de un año, pero ultimamente revolviendo entre viejos "recortes" los he encontrado.. y aquí los tenéis, idénticos a cuando fueron escritos.
______________________________________
Los pesados cortinajes encuadraban tu figura, vuelta de espaldas, mientras me acercaba por detrás, temerosa de que no fueras el mismo. Cuando percibí tu sonrisa, creció una similar en mi rostro, y me extrañé. Llevaba años sin sonreír de esa forma. Exactamente los mismos años que llevaba fuera del país, lejos de ti. Lejos de tu olor, sí, sigo viciada a él.
Seguías sin girarte, y comencé a temer que no hubieras notado que estaba allí. Más yo sabía, no me preguntes cómo, que sonreías, que sabías que todo comenzaba de nuevo. Tú mismo lo susurraste a mi oído mientras por mis mejillas corrían las lágrimas. Me dijiste que volvería, algún día, que querría hacerte sentir el sufrimiento que atesoraba mi corazón en esos momentos. Ese mismo sufrimiento que no me había dejado sonreír, ni amar, ni una sola vez en esos cinco años. Había llevado una vida de espejismos, que cuando se deshacían siempre me llevaban a ti de nuevo, a tu recuerdo y a tu dolor.
Y tú sabías que iba a volver. Y sabías que estaba allí en ese momento. A oscuras. Yo no entendía por qué me habías citado allí, o más bien no quería entenderlo. Yo había vuelto para, como tú llevabas años sabiendo, hacértelo pagar. Pero una vez tu olor me golpeó como una maza, tu visión me mareó, y percibir tu sonrisa plantó una semilla en mi rostro, supe que no podía. Supe lo mismo que tú ya sabías, nuestro baile comenzaba de nuevo. Y esta vez, no pensaba perder yo. Extraña forma de jugar al amor que teníamos tú y yo.
Cuando lentamente te giraste, yo seguía de pie en medio de la habitación, esperando. Sonreías, mi percepción no había fallado. Tu mano acarició mi mejilla.
-La última vez, me llevé lágrimas con este gesto.
El recuerdo me enfureció, y aparté tu mano de un golpe. Tú no perdiste la sonrisa, y esa extraña vergüenza que aparecía cuando no debía me tiñó de rubor. Otro recuerdo que cruzó mi mente, otro momento de extraña vergüenza, que tú paliaste a base de besos y promesas en tus ojos, tan dulces que quise olvidar que no las cumplirías.
-Lo sabes, pequeña, empezamos a aprender, otra vez -susurraste, inclinado en mi oído.
-Extraña manera de amar -no quise mirarte a los ojos.
-Extraños nosotros.

No hay comentarios: