miércoles, 14 de agosto de 2013

Trust.

Odiaba llorar. Lo odiaba profundamente.
Odiaba sentarse en su cama hecha un ovillo. Odiaba no ser dueña de si misma. Odiaba ser tan jodidamente sensible. Odiaba poner una sonrisa fingida a todos y dejarse llevar después por lo que solo ella podía saber.
Y solo podía saberlo ella porque se negaba a abrirse a nadie más, a contar sus miedos. A cargar a otro con sus pesos. Cuando pasaba lo olvidaba. Podía haber meses entre un llanto y el siguiente. Años. Pero cuando llegaba era como un torrente que la rompía de dentro hacia fuera.
Ella nunca había sido la débil. O quizá era lo contrario, y siempre lo había sido. La falta de confianza es una debilidad. Pero no. No lo digas. Es mejor no decirlo, porque si lo dices será real.

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