martes, 18 de octubre de 2011

Soy la mejor amiga de la peor pesadilla de tus sueños.
No escribo, no porque me falten ganas, letras o tiempo, si no porque me faltan penas. Me acostumbré a escribir sobre corazones rotos y camas vacías, algo así como Sabina pero sin perdices, y ahora que soy una chica con altas dosis de felicidad ya no sé qué plasmar. Nunca fue lo mío escribir sobre margaritas y caminos de rosas, o sobre las velas que has sido capaz de encenderme una noche porque sí, porque te dio la vena.
Quizá mis aspiraciones a chica de ciudad busca piso a compartir sean esos sueños que perdí un día en las cunetas, mientras iba a esa velocidad que solo lleva el corazón cuando se enamora y está cerca.
Puede que sea el hecho de que estés lejos y no sepa a quién contarle todo esto, porque me refugio en aquellos que me hacen reír, y de esos no abundan.
Hay días, como hoy, que me duele el alma de no verte. Quizá por eso escribo hoy. Es el típico día tonto, así sin más, cualquier día. Echo de menos ver mis medias rotas y sucias sobre tu mesa, tiradas de cualquier forma en mitad de la noche, sin ganas de saber dónde caerían, con toda tu concentración en mis labios, o eso me dices después.
Porque no soy yo sin ti.

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