sábado, 26 de febrero de 2011

Ojos azules del vaivén de mis olas.

Poca cosa te van a decir mis letras, que se basan en una pragmática de alcantarilla, un cigarro, y las dos copas de ayer convertidas en dolor de cabeza. Poca cosa, digo, porque poco pueden hacer ya estos dedos cansados de escribirte en soledad, de susurrarte amagos de abrazo que se quedan impregnados en esas tres rosas que no se marchitan. No se marchitan, quizá, como tus recuerdos, que siguen vivos y nítidos en mi memoria veinticuatro suspiros al día. Un te echo de menos se queda corto, vaya, para explicar la sensación que amordaza mis días. Y al final, tanto agua, tantos sueños divididos a partes iguales entre cloro y tardes de sol, se han quedado más que obsoletos. Me cuesta y me jode a partes iguales eso de seguir caminando sin tus ojos azules al vaivén de mis olas. Me jode, repito, porque al final va a ser verdad eso que tanto me dicen, como queriendo llenarse la boca de una hipocresía que no te conoce: "no esperes nada, simplemente este mundo no es justo". Y para qué voy a explicarte lo que sentí aquel nueve, de aquel mes, de aquel año que marca mis arrugas como si fuera ayer. Si sólo es una historia cíclica. Si lo que pasa es que a las buenas personas no se les permite una segunda oportunidad sobre la tierra.

1 comentario:

Diego Vento. dijo...

Cuanta razón la de la última frase (: