jueves, 28 de marzo de 2013

Dreams.

Quizá los sueños sean ya algo tan manido que no merezca la pena escribir sobre ello, pero no seré la única que despierta sobresaltada esta mañana. Soñar contigo sigue siendo como darme cabezazos contra un muro al despertar. Soy tan experta en cosas rotas como en utopías, el mundo a mi alrededor se construye con castillos en el aire, con sueños, y no es cierto que al cerrar los ojos se apaga el universo. El rugido de una moto suena bien en mis oídos de musa, que es lo que soy cuando estoy dormida, porque siempre es lo mismo. las utopías se convierten en algo tangible, en lo que amo, y me rodean para hacerme caer en un lugar extrañamente feliz. Y es eso lo que me acaba sorprendiendo. Hoy me sorprendió lo suave que estaba la sábana contra mis pies, la sensación de calma en mi pecho, la larga conversación, las risas y la sensación de complicidad. Como odio sentir eso como algo extraño. Y cuando desperté, ni el mundo entero pudo parar el torrente que salió de mi, como cada vez que hago un intento fallido, como cuando de pequeña no saltaba lo suficientemente lejos, no corría lo suficientemente rápido, no lograba volar si saltaba por la ventana.
No sé cómo consigo imaginar sus ojos con ternura, cuando nunca la tuvieron. Aún así lo hago y luego me duele, y me siento idiota. Ya no entro en esa adicción de la que hablaba, evito el contacto, evito entrar en un tornado de sensaciones contradictorias que no me hacen ningún bien. Pero a veces me duermo y no soy yo, o quizá si lo sea, pero no me parezco a mi, ni él a él. Y no puedo huir, porque realmente no quiero.

2 comentarios:

.A dijo...

porque realmente queremos quedarnos. y aguantar

Jhessie G dijo...

creo que nos gusta reventar contra la pared...