sábado, 25 de diciembre de 2010

Elefantes rosas.

Y a veces se mira al espejo y se pregunta en qué coño está pensando, en donde está aquella niña, y en por qué ahora le parece que sus ojos esconden algo más que el agua corriendo de una ducha mezclado con un poco de champú, de ese al que huele él cuando la abraza por las mañanas, aún con el fantasma del último sueño rascando su cuerpo. Porque se esconde en la horizontalidad de las gotas de agua si las miras desde abajo y haciendo el pino puente, al mismo tiempo que se envía pequeños destellos, así, poco a poco, y acaricia cuatro cuerdas que hoy no saben contarla historias, y ¡joder! que difícil parece a veces no pensar en algo, y sí, no pienses en ese elefante rosa que acaba de cruzar la ventana. Sonríe y piensa, sí, de nuevo, en lo absurdo que es todo, y en que todo es real, y que si no lo fuera ella no pensaría en ello, ¿no? Y ella le guiñaría un ojo y le diría: ¡bienvenida al mundo surrealista por la puerta grande! Pero.. ¿aquello no parecía surrealista también? ¿No era una simple locura imaginada por dos personas? Dos personas que ahora son una.. y una simple frase: ¿y si no es por joder?
Apaga la luz del baño al tiempo que evita que sus ojos sigan su reflejo al abandonar la habitación. Basta. Has cruzado una línea, y puedes volver al punto de comienzo, y elegir otro camino. Y puedes continuar. Pero ahora, basta. Esta vez no es tan sencillo.

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